Barcelona es un lugar especial. A pesar de no ser la capital del Estado, no cabe duda que es un punto clave de buena parte de los negocios y de las empresas que tienen su sede en España e incluso en el extranjero. Hay quien asegura, no sin argumentos, que la Ciudad Condal es incluso más importante en materia industrial que Madrid, y que es allí donde más posibilidades hay de cara a obtener un éxito empresarial notable.
Toda persona al cargo de una empresa mira de reojo a una urbe como Barcelona: una de las ciudades más completas de Europa para trabajar y también para vivir. En la capital catalana se pueden realizar las dos cosas sin la menor dificultad, y eso también ayuda a la hora de establecerse allí, cosa que cada vez es más y más habitual con el paso de los años.
El año pasado, recibí un encargo bastante importante y que guardaba relación con la ciudad. La junta directiva de mi empresa, una compañía de seguros de renombre, me proponía abrir unas oficinas allí. Hasta entonces sólo teníamos presencia en Madrid, pero al director general esto no le parecía suficiente y por eso buscaba voluntarios para llevar a cabo un proyecto de semejante calibre.
A mí la idea me llamaba la atención. Desde luego, suponía una cantidad de trabajo extra brutal, ya que conllevaba el hecho de tener que encontrar un lugar en el que instalar todo nuestro aparato operacional. En otras palabras, necesitábamos alquilar oficinas. Si aceptaba, sería el responsable de llevar a cabo esa misión.
Después de pensármelo durante unas horas, acepté. Estaba cansado de Madrid y probar suerte en una ciudad radicalmente distinta como Barcelona me vendría bien. Estaba dispuesto a asumir la tarea de buscar las oficinas para instalar a la compañía en la ciudad y sentía que tenía todas las ganas del mundo para llevarlo a cabo. Nada me podría frenar.
Me instalé lo más rápidamente posible en la ciudad. Conseguí alquilar un piso y empecé a conocer la zona. Mientras tanto, me informaba acerca de cómo conseguir buenas oficinas en el centro. Mis investigaciones se desarrollaban a través de dos vertientes: acudiendo a inmobiliarias en persona y buscando información a través de Internet. Y gracias a la segunda di con www.cacplus.com, una entidad encargada de proporcionar oficinas y despachos amplios y bien situados en el centro de Barcelona.
Les comenté cuál era mi propósito y rápidamente me aseguraron que tenían la localización perfecta para una compañía como la nuestra. Se trataba de una planta de oficinas en la mismísima Rambla de Catalunya, una de las más céntricas calles de la ciudad catalana. Me acompañaron a visitar el lugar y me pareció fantástico y muy adecuado para una empresa como la nuestra: amplio, funcional, moderno…y, como comentaba, fantásticamente situado.
Luz verde a nuestra ‘sucursal’ barcelonesa
Informé a nuestra central en Madrid de la posibilidad de tener una sede barcelonesa en la misma Rambla de Catalunya y prácticamente ni se lo pensaron. Cuando les comenté que las oficinas eran muy adecuadas y estaban en perfecto estado, me ordenaron que cerrara el alquiler cuanto antes por un precio razonable. Esto me parecía lo más difícil de todo, ya que conseguir un buen precio en una ubicación como aquella era prácticamente una quimera.
Pero no. El dinero que pedían desde Cacplus entraba dentro del techo que me imponía la compañía. De hecho, conseguir oficinas con esa cantidad tenía que ser muy complicado a juzgar por el dineral que solicitaban desde otras empresas inmobiliarias. Me encontraba ante una oportunidad única que no tenía que dejar escapar, por lo que cerré el acuerdo e informé a Madrid de que ya estaba todo arreglado.
Me apunté un tanto considerable. Recibí las felicitaciones y agradecimientos de todos los miembros de la junta directiva. Había conseguido algo importante para la empresa y me sentía valorado y respetado, una sensación como las hay pocas. En la actualidad, hemos conseguido establecer en Barcelona un centro de negocios que es muy importante y sobre todo muy rentable para nosotros.