Desde hace unos años los supermercados y las tiendas de barrio han apostado muy fuerte por los productos biológicos y los ecológicos. De hecho, han salido muchas iniciativas que abogan por desarrollar modelos de negocios dirigidos a cultivar, cosechar y fabricar productos alimenticios de una manera natural.
Por manera natural entendemos que es sin conservantes y sin colorantes, sin grasas artificiales, y, sobre todo, sin sustancias que no procedan de la naturaleza. La cuestión es que biológico y ecológico no es lo mismo, y es fundamental que las empresas las distingan ya que podremos hablar con propiedad y conocimiento sobre nuestros productos.
Antes de empezar con la distinción entre productos es necesario mostrar porqué han surgido estos productos, y cómo las empresas han adaptado sus productos con el fin de cumplir los requisitos para poder poner las etiquetas “eco” y bio”. Estas etiquetas dan un aspecto diferencial a los productos, y dan valor a la marca que los fabrica.
Pues bien, allá por los años cincuenta y sesenta, justo antes del éxodo rural, y de la masificación en las ciudades, los alimentos que se consumían eran cultivados o fabricados de manera natural, dado que los avances científicos no estaban desarrollados. Llegados los años del éxodo rural, las ciudades se masificaron, y con ello surgió la necesidad de abastecer a una gran población con alimentos básicos como la carne, el pescado, frutas y verduras. No es fácil abastecer a una gran población, y los avances en la ciencia permitió que se cultivaran frutas y verduras más rápido y en más cantidad, al igual que con la carne.
En este punto damos un salto temporal hasta el día de hoy, y hay que decir que las frutas y verduras han perdido el sabor que tenían, siempre escucho a mi madre que uno de los mayores regalos que le pueden hacer es darle un tomate como los que se comía cuando era pequeña. La industria cárnica ha introducido muchos conservantes, colorantes y otras sustancias que acrecientan el sabor de la carne.
También se introdujeron grasas artificiales en los productos, y el azúcar tomó mucho protagonismo en la dieta, al igual que las bebidas azucaradas. Todos estos productos en grandes cantidades no son beneficiosos para la salud, sino que pueden provocar enfermedades del corazón y sobrepeso.
Un cambio de tendencia
La manera en la que estaba concebido nuestro sistema de provisión de alimentos está dando un giro en valor de los productos cultivados o fabricados como antes, es decir, como antes del éxodo rural. Esto se está haciendo gracias a la introducción en el mercado de los productos ecológicos, biológicos. Pero, ¿realmente sabemos que significan estas palabras?
Pues bien existe una estadística de Unilever que muestra como el 41% de los encuestados cree que los productos ecológicos son más naturales. Esto muestra el desconocimiento de la población, que escucha palabras como “bio” o “eco” sin ser realmente qué significan. Y en parte se debe a que importa más la etiqueta que lo que significa.
En primer lugar, los productos ecológicos son aquellos que proceden de un ámbito natural, y que siguen en este ambiente durante el crecimiento y su producción. Podemos encontrar cultivos ecológicos, así como carne ecológica que es aquella en la que los animales son criados con alimentos naturales y sin hormonas.
En segundo lugar, los productos biológicos son aquellos que no han sufrido ninguna alteración genética, o que en su proceso no hubo ninguna modificación del fruto o la carne para obtener propiedades que no son naturales. Por ejemplo, la carne biológica es aquella en la que no intervienen sustancias que aumentan la duración, el sabor o el volumen de la misma.
Hemos hablado principalmente de productos cárnicos además de frutas y verduras, pero estos no son los únicos productos a los que se puede poner la etiqueta “bio”. Existen otros productos, como por ejemplo los cosméticos, que utilizan productos naturales para producir productos biológicos farmacéuticos. Entro otros laboratorios de este estilo destaca Probelte Biotecnología, que es conocida por basar su estrategia empresarial en la investigación, desarrollo e innovación.
Para finalizar queremos destacar que lo importante no es la etiqueta del producto, sino su composición y su fabricación con elementos naturales.