Uno de los comportamientos más comunes de los empresarios españoles es el de subestimar los negocios de la restauración. No son pocas las personas que cuando se ven en disposición de invertir en un negocio piensan en abrir una cafetería, un bar o un restaurante. Y lo cierto es que todas estas opciones son bastante jugosas, pues quién no ha soñado en recibir a los familiares y amigos en un bar con buena música, comida y bebida. Pero ojalá todo fuese tan sencillo como esto, pues la realidad está a años luz.
El negocio de la restauración es un negocio, que a pesar de lo que se pueda imaginar, es muy complejo y sacrificado, en gran parte debido a la cantidad de factores que influyen a la hora de que el cliente esté satisfecho o no. Mi familia, que ha trabajado toda la vía en la hostelería, siempre decía que lo más importante era que la comida esté buena, y no hay nada más cierto.
Apostar por alimentos es fundamental para que la comida que se prepara en un restaurante sea de buena calidad. Porque lo que de verdad va a valorar el cliente es si el plato que va a tomar tiene más o menos calidad que una hamburguesa que venden en una cadena de restaurantes. Por eso, los grandes cocineros apuestan por trabajar con los productos y marcas de toda la vida, sobre todo en las marcas con más tradición.
Y aun así, a pesar de que hay marcas que llevan trabajando “toda la vida” en el sector de la restauración, vemos que las hay con más o menos calidad, pero siempre hay referentes, y encontramos uno en el tomate frito Hida que desde 1954 ofrece la mejor calidad en sus productos aunando innovación y tradición para mantener el sabor del tomate frito de toda la vida. Y menciono a Hida porque es mi tomate favorito y por los recuerdos que me trae de ver las latas enormes del mismo en el restaurante de mi padre.
Con todo, apostar por la mayor calidad no siempre es la clave del éxito, pues la misma se encuentra en mantener el restaurante a salvo de las pérdidas, que en la mayoría de las ocasiones se obtienen por no cuidar los detalles en la contabilidad, el sabor de la comida o en la atención al cliente. A continuación, vamos a ampliar la información sobre algunas de estas claves para llevar con éxito un restaurante.
La profesionalidad se nota en muchas áreas
Vamos a empezar hablando de la atención al cliente, ya que gracias a ella vamos a conseguir fidelizar al cliente, y recordemos que en los tiempos que corren sale mucho más barato fidelizar a un cliente que obtener uno nuevo. Lo primordial a evitar es el síndrome del camarero fugado, que es aquel que aparece únicamente para tomar la comanda y para poner el plato sobre la mesa. Evitar esto supone que el camarero debe de atender a los clientes a la salida y entrada del restaurante, así como cuidar por las posibles quejas de los clientes.
Los camareros también deben de conocer la carta con la que trabajan, de lo contrario no podrán aclarar las dudas, y lo más importante, no podrán realizar ventas cruzadas. Es decir, en un buen restaurante la carta contiene vinos que maridan con los platos, conocer esta relación va a permitir vender más.
Y pasamos a otro tema muy importante, la contabilidad. La clave del éxito de un restaurante no es otra que saber controlar la relación entre coste y beneficio de los platos que se sirven. Esto te permite saber cuánto puedes gastar en áreas como publicidad, alquiler o personal. No dudes en contar con los servicios de profesionales en esta materia, porque te permitirá concentrarte en otras áreas del local que también son muy importantes.
Por último, vamos a hablar de la consecuencia de poder centrarnos en llevar el restaurante, que no es poder prestar atención a los detalles del local, tales como aseos, mesas (que no cojeen), sillas, vajilla acorde a la decoración y los platos… Existen muchos detalles, y dependiendo de cada restaurante hay que potenciar uno o varios.